El tiempo es relativo

El tiempo es relativo
Aunque tengas que confesar, hazlo siempre con la mejor de tus sonrisas.

martes, 12 de febrero de 2013

JS.

Feliz cumpleaños a un grande, Joaquín Sabina. Esta canción siempre irá conmigo. 
"Amor se llama el juego". 

Hace demasiados meses
que mis payasadas no provocan tus
ganas de reír.
No es que ya no me intereses
pero el tiempo de los besos y el sudor...
Es la hora de dormir.

Duele verte removiendo
la cajita de cenizas que el placer
tras de si dejó...
Mal y tarde estoy cumpliendo
la palabra que te dí cuando juré
escribirte una canción.

Un Dios triste y envidioso nos castigó
por trepar juntos al árbol
y atracarnos con la flor de la pasión.
Por probar aquel sabor.

El agua apaga el fuego
y al ardor los años.
Amor se llama el juego
en el que un par de ciegos
Juegan a hacerse daño.
Y cada vez peor
Y cada vez más rotos
Y cada vez más tú
Y cada vez más yo
Sin rastro de nosotros.

Ni inocentes ni culpables,
corazones que destroza el temporal
carnes de cañón.
No soy yo ni tú ni nadie.
Son los dedos miserables que le dan
cuerda a mi reloj.

Y no hay lágrimas que valgan para volver
a meternos en el coche
donde aquella noche en pleno carnaval
te empecé a desnudar.

El agua apaga el fuego
y al ardor los años.
Amor se llama el juego
en el que un par de ciegos
juegan a hacerse daño.
Y cada vez peor
Y cada vez más rotos
Y cada vez más tú
Y cada vez más yo
Sin rastro de nosotros.

Gracias por enseñarme qué es la música, Papá.

Feliz cumpleaños.

Este adiós no maquilla un hasta luego,
este nunca no esconde un ojalá,
estas cenizas no juegan con fuego,
este ciego no mira para atrás.
Este notario firma lo que escribo,
esta letra no la protestaré,
ahórrate el acuse de recibo,
estas vísperas son las de después.
A este ruido tan huérfano de padre
no voy a permitirle que taladre
un corazón podrido de latir.
Este pez ya no muere por tu boca,
este loco se va con otra loca,
estos ojos no lloran más por ti.


JS.

viernes, 1 de febrero de 2013

Fue bienvenida nuestra despedida

Hay personas a las que las despedidas les provocan sarpullido, como si despedirse de alguien fuera necesariamente sinónimo de dolor. Pero lo cierto es que no todas las despedidas duelen, porque existen tantos tipos de despedidas como personas hay en el mundo. Existen las despedidas de amor, siempre tristes y siempre dolorosas, en las que se cierra una puerta, muchas veces con la esperanza de abrir otra; las despedidas banales, en las que aparentemente nada cuenta, nada importa, hasta que el hueco del sofá te dice todo lo contrario; despedidas llenas de miedo, de terror, por lo que se esconde detrás de ellas, especialmente cuando lo que se esconde es lo desconocido. A mucha gente le gusta maquillar una despedida con un reconfortante hasta siempre, a mí no. Cuando me despido de alguien, nunca echo la vista atrás. Para mí, solo hay una manera de decir adiós y es decir: hasta nunca.