Esas mariposas deben morir.

Vomito de palabras. Los escalofríos recorren mi piel cada segundo. Las ideas vuelan por mi cabeza más rápido de lo habitual. Es por eso que necesito un blog de notas a mi lado. Me siento atropellada, confundida, alocada.


Intento repetir seguidamente la misma palabra: no, no, no, desde hace días que no. No puede ser. Debo pensar eso, es la mejor opción. Algo dentro de mí dice que no escuche a mi corazón. Me lo repite cada día desde hace tiempo. Hazlo aunque sea por unos meses. Ya verás, pasará rápido. Todo cuanto ves y vives es relativo. Quizás sea cierto todo lo que puedas decirme. Me aterra. Si bien es que se acerca octubre y mi cuerpo no se acostumbra al presente. Por una razón u otra, esas mariposas, de las que tanto he escuchado hablar, están creciendo en mi estómago de manera sobrenatural y aunque sea solo por un solo instante, me gustaría pensar: Déjate llevar, no vas a hacerte daño, no caerás... Pero no, sé que lo correcto en estos casos es decirte todos los días al despertar no sigas, cambia de idea.